“Dialogar es entrar en una relación de persona a persona, es lanzar mi palabra al encuentro no de una resonancia sino de una respuesta. Cuando me dirijo a otro no es un discurso universal que yo busco, sino por el contrario su palabra particular. Hacer una pregunta es asumir un nombre. En su respuesta o su mudez, el otro acepta o no de formar el ‘nosotros’ que hace posible la comunicación. El diálogo se teje así sobre un fondo de nombres, o mejor de pronombres personales que forman la textura de la intersubjetividad”. Esta la manera en la que Jesús Martín-Barbero entendía la comunicación. El párrafo corresponde a su tesis doctoral en filosofía, presentada en 1972 en la Universidad de Lovaina (Bélgica) y publicada por primera vez en el 2018 por la Universidad Javeriana de Bogotá. El mismo trabajo en el que afirmó que “como fundamento y raíz de la socialidad, la comunicación viene a ser el tejido en el que se enlazan y se anudan los hombres. De ahí que toda revolución es la búsqueda de una nueva forma de comunicación y que todo cambio que afecte a la comunicación ataca los elementos de la convivencia”.

Jesús Martín-Barbero, español por origen (Ávila, 3 de octubre de 1937), ciudadano colombiano desde 2003 y latinoamericano por decisión cuando desde los años setenta decidió transitar incansablemente esta parte del mundo, rescató la riqueza cultural de nuestros pueblos para utilizarla como prisma para mirar la historia, los procesos políticos, sociales y la comunicación, con los pies plantados en este territorio. Falleció el 12 de junio en Bogotá.

Quienes pasaron por las universidades latinoamericanas y del mundo estudiando sus propuestas, leyendo su extensa bibliografía podrán dar cuenta de la capacidad de un filósofo, que a través de la antropología y la semiosis, transformó el campo de los estudios de la comunicación para rescatar la centralidad de la persona en los procesos comunicacionales y reivindicó la cultura, en particular la cultura popular latinoamericana, como un ámbito de múltiples riquezas. En medio de una prolífica producción científica y académica, “De los medios a las mediaciones” (1987) probablemente sea su obra más leída por investigadores y docentes de la comunicación de todo el mundo. Allí afirmó, disonando con quienes sostenían la omnipotencia del sistema de medios, que “pensar los procesos comunicacionales desde ahí, desde la cultura, significa dejar de pensarlos desde las disciplinas y desde los medios, Significa romper con la seguridad que proporcionaba la reducción de la problemática de la comunicación a la de tecnologías”. (De los medios a las mediaciones, 1987). Esta mirada sobre la cultura enraizada en la historia latinoamericana le habilitó también reivindicar las formas de hacer política desde los procesos culturales latinoamericanos, con la radio popular, el radio teatro y la telenovela, el circo, la música, el teatro, promoviendo búsquedas entre la industria cultural y la expresión popular, partiendo siempre del reconocimiento de las identidades locales.

Fue creador y director del Departamento de Comunicación de la Universidad del Valle en Cali (Colombia), entre 1975 y 1995. Entre 1999 y 2003 ejerció la docencia en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, en Guadalajara (Mexico). Fue presidente de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC). Pero más allá de esos espacios la mayoría de las casas de estudios de la región y en diferentes partes del mundo abrieron sus puertas para escucharlo. Muchas otras lo reconocieron con títulos y distinciones. En Argentina la Universidad Nacional de Rosario y la Universidad de Cuyo le otorgaron doctorados honoris causa. En Colombia hicieron lo mismo la Universidad Javeriana de Bogotá y Universidad de Antioquia (Medellín). Es larga la lista de los reconocimientos académicos.

Si bien Jesús Martín-Barbero quedará marcado en la historia del pensamiento como quien modificó el paradigma interpretativo de las ciencias de la comunicación, sus ideas y sus reflexiones trascendieron largamente ese ámbito. Militó la idea de la emancipación. En 2014 y en ocasión de una sus visitas al país Jesús Martín-Barbero le dijo a Página 12 que la “emancipación es aquel tipo de libertad que nos haga más iguales, es decir, que vaya destruyendo todas las desigualdades que se colincharon (nota: en Colombia colinchar: integrar, unir), que se colgaron de una noción completamente perversa, no emancipada, de libertad. Es el ricachón que piensa que con su dinero, como es suyo, puede hacer lo que la da la gana. Un momento. En este planeta vivimos todos y entonces tienes que comenzar a pensar en la mayoría y cuando empiezas a pensar en la mayoría te das cuenta lo difícil que es ayudar a emanciparnos personalmente. Y sabemos la cantidad de cosas de las que nos tendríamos que emancipar”. 

En la misma oportunidad se tomó la libertad de promover “la vuelta al caos”, convencido de que “actualmente este mundo está tan fuera de órbita que solo un regreso al caos nos va a permitir reinventar la sociedad”. Y alentó la búsqueda de “una sociedad con capacidad de acoger toda la diversidad que hoy existe en este planeta, toda la diversidad de sensibilidades, de inventiva, de tipos de esperanza, toda la diversidad narrativa que hay hoy, la explosión narrativa de los jóvenes”.

Sin embargo, más allá de sus virtudes como filósofo y comunicador, como teórico de las ciencias sociales, quienes tuvieron la posibilidad y la fortuna de conocerlo y compartir con Jesús Martín-Barbero guardarán siempre el recuerdo del compañero, del amigo, del militante, del hombre solidario, a veces paterno, a veces filial, siempre cercano y profundamente humano en todos los sentidos y en el mejor los sentidos.

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